Al menos 20 cristianos fueron decapitados y otros asesinados en recientes ataques yihadistas en la República Democrática del Congo (RDC) y Mozambique, en una nueva oleada de violencia atribuida a grupos afiliados al Estado Islámico. Las agresiones han provocado muerte, destrucción y el desplazamiento de miles de personas, especialmente en aldeas de mayoría cristiana.
Días antes, otro ataque en la aldea de Mazenze, en la provincia de Ituri, dejó seis cristianos muertos y unas 20 casas incendiadas. Los yihadistas, identificados como “soldados del califato”, utilizaron armas automáticas para atacar a la población, extendiendo el clima de terror en la región.
Mientras tanto, en la provincia de Cabo Delgado, en Mozambique, se registró el asesinato de cuatro cristianos, entre ellos dos decapitados, lo que obligó a numerosos habitantes a huir de sus aldeas. Varias comunidades fueron atacadas, casas incendiadas y familias dispersadas, alimentando una crisis humanitaria que se arrastra desde 2017.
El obispo Alberto Vera, de la diócesis de Nacala, relató a la organización Ayuda a la Iglesia Necesitada que “fue una semana de terror y mucho sufrimiento”. Explicó que padres e hijos huyeron hacia lugares más seguros y que “miles de familias están sufriendo e intentando escapar de los terroristas”, mientras muchas viviendas quedaron reducidas a cenizas.
La violencia en Cabo Delgado ha causado miles de muertes y más de un millón de desplazados internos en los últimos ocho años. Un informe reciente de la ONU indica que, en solo una semana, cerca de 128.000 personas huyeron de poblados en la provincia de Nampula tras nuevos ataques extremistas.
“Hay terror en todo el distrito de Memba y también en el norte y este del distrito de Eráti. Memba es ahora una ciudad desierta”, describió el obispo Vera, reflejando el impacto devastador de la inseguridad sobre la vida diaria de los habitantes.
A pesar del escenario de horror, líderes de ministerios cristianos insisten en permanecer y servir. La misión Iris Global, presente en la región, afirmó: “Durante más de siete años, la región ha enfrentado olas recurrentes de violencia, y seguimos orando y creyendo por una paz duradera”. La organización subraya que, aunque es difícil compartir tanto sufrimiento, los pastores y misioneros necesitan urgentemente oración.
Will Hart, CEO de Iris Global, recalcó que el ataque del mes pasado “es solo una historia entre cientos que se viven cada día”. En medio del caos, aseguró: “El amor se ve en algo concreto”, explicando que están alimentando a cuantos pueden, compartiendo la Palabra de Cristo y enseñando lo que significa perdonar a los perseguidores, incluso mediante Biblias solares para quienes no saben leer.
VEA TAMBIÉN: Terroristas en Nigeria atacan otra escuela y secuestran más de 300 estudiantes junto a sus maestros
“Seguimos plantando iglesias y sirviendo a los quebrantados, a los pobres, a los enfermos y a los necesitados allí”, añadió Hart, alentando a los cristianos de otros países a involucrarse y a entender que “la única respuesta que tenemos es Cristo”.
El obispo Vera pidió: “Oren mucho por nosotros, porque esta realidad es incomprensible e intolerable”. A la vez, solicitó que se busquen medios para enfrentar el terrorismo no solo con fuerza militar, sino también con diálogo y cooperación internacional, mientras la comunidad cristiana global sostiene en oración a quienes sufren diariamente por causa de Cristo.