La reconocida líder de adoración Kim Walker-Smith, con más de 20 años de ministerio, hizo un fuerte llamado a la Iglesia a dejar de ser espectadora y volver a su “primer amor” por Jesús, durante un mensaje reciente sobre adoración compartido en una iglesia de Estados Unidos, en medio de su gira “Testify Tour” por Canadá.
Walker-Smith expresó que siente “mucha esperanza y emoción” por lo que Dios está haciendo en la Iglesia actualmente, al ver a tantas personas venir a Jesús en las noches de adoración y ministración. Sobre los eventos en Canadá, afirmó: “Cada noche fue un momento santo y poderoso en la adoración. Mi corazón está tan LLENO”, escribió en sus redes sociales.
Para la salmista, la prioridad no es solo cantar, sino orar y discernir lo que el Espíritu Santo quiere hacer en el pueblo de Dios. “No quiero estar en un escenario solo para cantar canciones; quiero asociarme con el Espíritu Santo en lo que Él quiere lograr”, dijo, insistiendo en que siente que el mensaje ardiente de Dios hoy es: “Está llamando a Su novia a recordar el primer amor”.
Kim recordó que Apocalipsis 2 describe una iglesia con una adoración muy bien organizada, pero que había perdido algo esencial: el amor inicial por Cristo. En esa línea, advirtió sobre el riesgo de convertir la adoración en un “show” técnico y perfecto, pero sin fuego interior y sin entrega del corazón.
Compartiendo su testimonio, explicó que una de las formas más poderosas de recordar el primer amor es recordar quiénes somos como adoradores. “Cada uno de nosotros es llamado. La adoración es, simplemente, Dios derramando Su amor sobre nosotros, y nosotros respondiendo derramando nuestro amor sobre Él”, enseñó.
Kim también señaló que, con el paso del tiempo, la influencia de la industria musical sobre la adoración en la Iglesia generó una cultura demasiado enfocada en escenario, luces y bandas. “En el proceso, se generaron más espectadores que participantes. No estamos aquí para ser espectadores. Somos la Iglesia, la Novia de Cristo, y cada uno está llamado a ser participante; fuimos diseñados para adorar”, afirmó.
Al relatar su encuentro personal con Dios, recordó el campamento cristiano donde, siendo adolescente, ella y su hermana consideraban “raro” todo lo que pasaba. Sin embargo, al final de la semana sintieron hambre por lo que veían en otros jóvenes y regresaron al servicio. “De mi boca salió: ‘No sé qué es lo que esos chicos tienen, pero yo también lo quiero. Mi hermanita también’”, contó.
Antes de que la consejera orara por ellas, ambas cayeron al suelo hablando en lenguas, marcando un antes y un después en su vida espiritual. Kim confesó que, hasta entonces, había sido profundamente herida por el divorcio y el abuso de varios padrastros, y que en ese momento “conoció el amor por primera vez”.
Su crecimiento en la fe se consolidó cuando su madre se casó con un cristiano llamado George, a quien Kim considera el mayor ejemplo de adoración que tuvo, aunque nunca subió a un escenario. Cada mañana, antes del amanecer, él ponía música de adoración y oraba en voz alta, llorando delante del Señor y pidiendo ser un buen padre para ella, incluso cuando Kim le gritaba: “No soy tu hija, deja de orar por mí”.
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George siguió adorando aun enfermo de Parkinson: cuando ya no podía levantar las manos, giraba sus muñecas; cuando no podía cantar, murmuraba mientras las lágrimas corrían por su rostro. En sus últimos momentos, pidió a Kim que le cantara un canto de sanidad, convencido del poder de Dios, aunque su sanidad completa solo se manifestó al partir con el Señor.
“George me enseñó la importancia de adorar a Dios en medio de la tormenta”, reflexionó Kim. Y añadió que, en el cielo, ya no habrá dolor ni sacrificio, por lo que “solo en esta vida tenemos la oportunidad de ofrecer sacrificio de alabanza cuando no tenemos ganas”.
El mensaje de Kim Walker-Smith nos desafía a dejar la comodidad y volver a una adoración sencilla, bíblica y apasionada, donde cada creyente responde al amor de Cristo con entrega total, no como espectador, sino como verdadero adorador en espíritu y en verdad.