VIRAL: Show diabólico inmersivo en Las Vegas deja aterrados a miles por la normalización del satanismo

Escrito el 10/12/2025
Radio devocional Eterna

La Zac Brown Band se encuentra en el centro de la polémica tras el inicio de su residencia en The Sphere, en Las Vegas, donde miles de personas fueron sumergidas en un espectáculo visual descrito como “demoníaco” y “satánico”. Para muchos creyentes, la inmersión total en estas imágenes de un “infierno” casi real refleja cómo el sistema del mundo intenta normalizar lo espiritual contrario a Dios a través del entretenimiento masivo.​

 
Durante la interpretación de “Heavy Is the Head”, las pantallas envolventes mostraron un paisaje ardiente, figuras demoníacas y un gigantesco esqueleto coronado con huesos que se desplomaba hacia el público. Zac Brown apareció usando una corona con cuernos y calaveras, intensificando la sensación de estar participando de un ritual oscuro en lugar de un simple concierto de country.
 

Asistentes y usuarios en redes sociales describieron la escena como un descenso directo a una versión artística del infierno.​

The Sphere se promociona como una experiencia inmersiva de 270 grados de visuales con sonido envolvente, y la Zac Brown Band aprovechó esa tecnología para envolver completamente a la audiencia en esta narrativa. El estreno coincidió con el lanzamiento del nuevo álbum “Love & Fear”, presentado como una etapa más oscura y personal en la historia del artista. Esta combinación de innovación tecnológica y giro temático profundiza el impacto emocional y espiritual de las imágenes que se proyectan.​

En redes sociales, muchos calificaron el show como “satánico” y acusaron al grupo de exponer a un público desprevenido a símbolos y escenas de tinte ritualista. Comentarios señalaban que el espectáculo parecía una ceremonia infernal, con “almas torturadas”, demonios y coronas de cuernos dominando la pantalla. Otros llegaron a sugerir que el artista estaba “vendiendo su alma” para mantener relevancia en la industria.​

Frente a estas críticas, Zac Brown ha defendido el concepto del show como una representación de su historia personal y de sus luchas internas, no como una exaltación de lo demoníaco. Explicó que la residencia en The Sphere le permite narrar visualmente su vida y sus emociones, utilizando imágenes intensas para hablar de dolor, miedo y superación. Sin embargo, el mensaje artístico sigue generando confusión en una cultura donde muchos ya están espiritualmente desensibilizados.​

Espectadores impactados por lo que vieron, reaccionaron orando públicamente por quienes asistieron al concierto. Una usuaria escribió: “Reprendo estos demonios y principados en el nombre de Jesús… oro para que Zac Brown Band abra sus ojos y se arrepienta”, expresando la preocupación de que estas imágenes ministren miedo y tinieblas sobre corazones desprevenidos. Este clamor refleja la percepción de que no se trató solo de “efectos especiales”, sino de una atmósfera espiritual cargada.​

No es casual que la cultura del espectáculo busque convertir el infierno en entretenimiento, diluyendo su realidad y consecuencias eternas. Cuando multitudes se rinden a experiencias visuales que exaltan lo oscuro, se exponen a influencias espirituales que siembran temor, confusión o fascinación por aquello que Dios rechaza. La Biblia advierte que el mundo entero está bajo el maligno, y que el enemigo se disfraza de luz para seducir a las masas a través de aquello que parece arte o innovación.​

Estas puestas en escena muestran cómo la fama, el éxito y la tecnología pueden convertirse en vehículos para normalizar símbolos y narrativas contrarias al evangelio. Muchos acuden a estos conciertos con el corazón abierto y sin discernimiento, quedando cautivados por una experiencia que presenta el mal como espectáculo, mientras su sensibilidad espiritual se va apagando. La cultura actual, seducida por el exceso y el impacto, corre el riesgo de acostumbrarse a jugar con lo demoníaco sin medir sus repercusiones.​

Para los creyentes, este tipo de eventos es un recordatorio urgente de la necesidad de discernir los espíritus y guardar el corazón ante lo que entra por los ojos y oídos. No todo lo que la industria celebra como “arte” es neutro; muchas propuestas modelan imaginarios y deseos alejados de la santidad de Dios. El llamado de Cristo es a no conformarse a este siglo, sino a renovar la mente para distinguir la voluntad de Dios en medio de un entretenimiento que cada vez juega más con las tinieblas.​

También es una oportunidad para que oremos por artistas y miles que buscan consuelo y sentido en espectáculos que solo exponen su dolor sin conducirlos a la verdadera libertad. Detrás de visuales impactantes puede haber corazones quebrantados que necesitan conocer el amor redentor de Jesús, no solo “exorcizar sus demonios emocionales” en el escenario. La respuesta de la fe no es el odio, sino la oración y el anuncio claro de la luz que vence toda oscuridad.​

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Mientras esta serie de ocho conciertos en The Sphere continúa, con entradas en alza pese a la controversia, el debate sigue abierto sobre los límites entre arte y exposición espiritual al mal. Para unos, se trata de una experiencia innovadora e intensa; para otros, de un ejemplo más de cómo el sistema del mundo vende el infierno envuelto en música y efectos especiales.

En ese contexto, es indispensable para recordar que solo en Cristo hay verdadera paz, libertad y protección frente a todo espectáculo que pretende normalizar las tinieblas.